Martes, día 21 de marzo de 2023

 




Haz silencio… Cierra los ojos, respira profundamente varias veces, siente como se hinchan tus pulmones, siente, sin abrir tus ojos, que no estás solo, que no estás sola, Dios aquí y está contigo. Salúdalo. 

En el nombre del Padre, del hijo, y del Espíritu Santo, Amén.



REFLEXIÓN

 Alberto casi no vio a la señora, en el coche parado al lado de la carretera. Llovía fuerte y era de noche. Pero se dio cuenta que ella necesitaba ayuda… Así paro su coche y se acercó. 

La señora pensó que era un ladrón y se asustó al verlo. Él no inspiraba confianza, parecía pobre y hambriento. Alberto percibió que ella tenía miedo y le dijo: - “Estoy aquí para ayudarla señora, no se preocupe. ¿Por qué no espera en el coche que está más calentito? Por cierto, me llamo Alberto”.


Alberto se dio cuenta que la señora tenía una rueda pinchada y no sabía cambiarla. Alberto se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el coche. Luego se dispuso a cambiar la rueda. Pero quedo un poco sucio y con una herida en una de las manos… Cuando apretaba las tuercas de la rueda ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era de por allí, que solo estaba de paso y que no sabía cómo agradecer por la preciosa ayuda. Alberto solo SONRIÓ mientras se levantaba. Ella preguntó cuánto le debía. Ya había imaginado todas las cosas terribles que podrían haber pasado si Alberto no hubiese parado para socorrerla. Alberto no pensaba en dinero, le gustaba ayudar a las personas…


Éste era su modo de vivir. Y respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que necesite de ayuda, dele a esa persona la ayuda que ella precise y acuérdese de mi”… Algunos kilómetros después la señora se detuvo en un pequeño restaurante, la camarera vino hasta ella y le trajo una toalla limpia para que secase su mojado cabello y le dirigió una dulce SONRISA… La señora notó que la camarera estaba de ocho meses de embarazo, pero no dejó que la tensión y los dolores le cambiaran su actitud… La señora se quedó pensando cómo alguien que teniendo tan poco, podía tratar tan bien a una extraña. Entonces se acordó de Alberto. Después que terminó su comida, y mientras la camarera buscaba cambio, la señora se retiró…


Cuando la camarera volvió la señora ya se había ido, cuando noto algo escrito en la servilleta, sobre la cual tenía 5 billetes de 100 euros. Le cayeron las lágrimas de sus ojos cuando leyó lo que la señora escribió. Decía: - “No me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ha ayudado hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras devolverme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien…”


Aquella noche, cuando fue a casa, cansada se acostó en la cama, su marido ya estaba durmiendo y ella quedó pensando en el dinero y en lo que la señora dejó escrito… ¿Cómo podía saber esa señora cuánto necesitaban de aquel dinero? Con el bebé que estaba por nacer el próximo mes, todo estaba difícil… Quedó pensando en la bendición que había recibido, y dio una gran SONRISA… 

Agradeció a Dios y se volvió hacia su preocupado marido que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró: -“Todo estará bien; te quiero…Alberto”. 


Rezamos juntos:

Padre nuestro que estás en el Cielo, durante esta época de arrepentimiento, ten misericordia de nosotros. Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras, transforma nuestro egoísmo en generosidad. Abre nuestros corazones a tu Palabra, sana nuestras heridas del pecado, ayúdanos a hacer el bien en este mundo.