Haz silencio… Cierra los ojos, respira profundamente varias veces, siente como se hinchan tus pulmones, siente, sin abrir tus ojos, que no estás solo, que no estás sola, Dios aquí y está contigo. Salúdalo. En el nombre del Padre, del hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
Vemos el siguiente vídeo:
Rezamos juntos
Señor mío, Jesucristo,
creo firmemente que estás aquí;
en estos pocos minutos de oración que empiezo ahora
quiero pedirte y agradecerte.
Pedirte la gracia de darme más cuenta de que tú vives,
me escuchas y me amas;
tanto, que has querido morir libremente por mí en la cruz
y renovar cada día en la misa ese sacrificio. Y agradecertecon obras lo mucho que me amas:
¡Tuyo soy, para ti nací! ¿Qué quieres, Señor, de mí?
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